Cuando Domingo Alberto
Rangel público en 2008 su libro: “Aquí manda el hampa”, se hablaba de una
guerra silenciosa, una guerra que se iniciaba en las noches. Hoy en día de lo
que se trata es de una guerra declarada, abierta, a la luz del día. En donde
los jefes de bandas decretan hasta la paralización de ciudades o toques de
queda para que los cadáveres de sus socios puedan irse tranquilos al infierno.
Hay una activa acción por
territorios, las guerras entre bandas, la salida de fuerzas policiales y
militares y los ataques al seno de espacios “enemigos”. En la guerra se ataca y
toma el territorio. Las bandas están creciendo
y necesitan “más territorios para alimentar la manada”. Por eso se alían
con bandas vecinas o se enfrentan y dominan el territorio. Es como en las
guerras feudales o en la batallas entre reinados, dónde la paz a veces se
lograba con un matrimonio: “Paris bien
vale una misa”.
En estos años el asunto de
la violencia nos rodea a todos, sin embargo tengo un tipo de acercamiento a
situaciones vividas en los barrios. No por ser criminólogo, ni sociólogo, ni
especialista, es en mi condición de documentalista. No trato la violencia para
mostrarla sino para comprenderla y buscar formas de contribuir a la paz. Se
presenta en las voces de quienes cuentan la historia de sus barrios (“Bloques
de lucha y dignidad”). O en “Nueva Esperanza” como un ejemplo de auto-liberación
del territorio en una comunidad. O al documentar el “Encuentro de Paz” de la
UCAB, o el proyecto aun sin culminar “La Tregua”. También porque esas historias
de resiliencia nos llegan en la medida que mantenemos el contacto directo con
fuentes que los viven o nos toca la piel cuan leemos, oímos y hasta sentimos lo
que se difunde por redes y medios de comunicación.
Ahora bien, aun cuando
sabemos que hay un tipo de violencia que se expande por nuestros países, y
hay modelos que vemos en el cine y se
reproducen en la realidad, hay elementos característicos del desarrollo de la
violencia, y la criminalidad dominante en estos momentos en Venezuela, que
quizás el contexto polarizado le encuentra explicación solo en el punto de
vista del polo en que se encuentre quien opina o toma decisiones.
Si bien Domingo Alberto Rangel
en su libro, se remonta a situaciones en el marco de las dictaduras,
caudillismos, montoneras, etc.; para
explicar la violencia actual, hay un
punto de quiebre en Venezuela, por lo menos en lo que a los jefes de las
cárceles se refiere. Es una diferencia con ese pasado y con lo que sucede en
otros países.
En una cadena nacional o en
uno de sus programas maratónicos, el presidente
Chavez se refirió a “Wilmito”, en esa transmisión le dijo al gobernador
del Estado Bolívar: “parece que en la cárcel de Vista Hermosa, hay alguien que
manda más que tu”. Con ello le daba vida mediática a los jefes de las cárceles;
se trató de la apertura a los 5 minutos de fama, dando a conocer la existencia
de los pranes. (Preso Rematado Asesino Nato).
Luego de un levantamiento de
los presos, “Wilmito”, que es a quien se refería el Presidente, es trasladado a otra cárcel y allí conoció al
editor de “5to Poder”, quien le abrió espacio para una columna en su semanario.
Al poco tiempo, siendo condenado, luego de estar involucrado como autor
intelectual del asesinato de la hermana de la juez que llevaba su causa, es regresado a la cárcel de Vista Hermosa y se
ha conocido que actúa con una Fundación que apoya el deporte en las cárceles
bajo el aval del Minpopo de Prisiones.
Tiempo después de este
mensaje, se desarrollaron levantamientos
en cárceles con la del Rodeo, en donde, en
fuertes enfrentamientos, muere un oficial de la FAN, allí entra a negociar
“Satanas”, uno de los líderes de “La Piedrita”, el cual facilita el traslado de
los presos, pero también la fuga y desaparición de la armas. Luego vino la
situación de la cárcel de “La Planta”, donde se produce la directa y evidente
acción conjunta de la cárcel con la calle, se producen disparos desde la 905 y
una amenaza de los jefes de la cárcel a generar violencia en la ciudad, lo cual
se vio obstaculizada cuando cortan las líneas telefónicas y se evita el
contacto y la coordinación con las calles y las otras cárceles. En esos hechos
se produjo la inexplicable muerte de un
hombre en Parque Central, una ubicación muy distante de la cárcel de “La
Planta”. ¿Fue el apoyo externo?.
Situación similar a lo
sucedido en Brasil cuando el Comando Vermelho, (la banda más antigua (1969), con
unos 10 mil de combatientes y 38% de control de las zonas más violentas de las
ciudades brasileñas, https://es.wikipedia.org/wiki/Comando_Vermelho); unidos
al llamado Primer Comando de la Capital (entre 6000 y 20.000 miembros) deciden
en alianza declarar la guerra a las autoridades desde las cárceles.
“En febrero de 2001, “Sombra”
se hizo el líder más expresivo de la organización (PCC) al coordinar, por
teléfono celular, rebeliones simultáneas en 29 presidios paulistas, que se
saldaron en 16 presos muertos. Luego "Geleião" y "Cesinha”,
nuevos líderes del PCC, pasaron a coordinar atentados violentos contra
edificios públicos, a partir del Complejo Penitenciario de Bangu, donde se
encontraban detenidos. Considerados "radicales" por una otra
corriente del PCC, más "moderada", Geleião y Cesinha usaban atentados
para intimidar las autoridades del sistema penitenciario y fueron depuestos del
liderazgo en noviembre de 2002, cuando
el grupo fue asumido por el actual líder de la organización, Marcos Willians Herbas Camacho, el "Marcola".” https://es.wikipedia.org/wiki/Primer_comando_capital
.
Ahora en Venezuela, más
recientemente, suceden cosas como el cierre
de las ciudades ordenado para despedir a pranes. En Margarita para el entierro del “Conejo” y en Maracay a
un miembro del “Tren de Aragua”, donde con un comunicado público decretaron el
toque de queda o paro forzoso
Pero no es solo el
crecimiento del fenómeno pran en el
seno de las cárceles, es también el traslado de la cultura carcelaria a la
calle. Lo cual se combina con el desarrollo de las bandas. En los barrios se
arman fiestas cerradas con stripper, igual que las que hacen los pranes en las cárceles. Cierran las
calles y montan carpas, cobran a los comerciantes por la seguridad, reclutan a
niños como soldados de su guerra particular.
Y lo preocupante del
desarrollo de la guerra es su condición de abierta y declarada. Al crecer de la
misma manera en que crecen los monopolios, que van absorbiendo a los pequeños, acá sucede con las bandas. El
Gran Grupo Violento ataca la zona del “Menor”, en el Valle, y asesina a 8 de la
banda, incluyendo a su líder. La razón: negarse a unirse al acuerdo entre
bandas.
Los enfrentamientos en la
Cota 905, iniciados a partir de un intento policial por rescatar varios
vehículos robados, continúo con la quema de motos de la policía y una amenaza
de tumbar el helicóptero. Ese enfrentamiento origino las acciones que luego el
gobierno denomino OLP.
Volvemos a encontrar
similitudes con las acciones emprendidas para liberar las favelas para los
encuentros deportivos (Mundial de futbol 2014 y Olimpiadas 2016) y antes por la
visita del Papa, Comandos especiales de la policía y el ejército entraron en las favelas para detener a los
narcotraficantes (las películas “Tropa de Elite” 1 y 2, recogen aspectos de lo
que fue este combate). Mas recientemente las bandas han atacado nuevamente
instituciones para presionar la salida de las unidades de policía de paz en la
favelas.
Mientras tanto en México, la
guerra contra la delincuencia organizada fue asumida por el presidente Calderon
por la vía militar, generando mayores complicaciones de las ya difíciles
circunstancias de combatir a mafias de gran envergadura. Igualmente en
Centroamerica, los Maras han sido bandas delincuenciales de gran poder, hubo un
momento en que en la búsqueda de disminuir la violencia en El Salvador, se llegó
a negociar con los líderes detenidos y se les asigno una cárcel exclusiva a
cambio de disminuir los crímenes. Por un tiempo bajo la criminalidad para luego
volver a subir. En Rio de Janeiro las campañas de desarme promovidas por la
organización “Viva RIO”, lograron recoger 345 mil armas y bajar en un 50% la
criminalidad, pero igualmente fue por solo un tiempo.
Es casi imposible acabar con
la delincuencia cuando adquiere tales dimensiones. Sin embargo, hay una clave
que se encuentra en la falsa entrevista que el periodista y cineasta brasileño
Arnaldo Jabor, le hace al jefe del Primer Comando de la Capital Marcola este
dice: “Con 40 millones de
dólares la prisión es un hotel, una oficina… ¿Qué policía va a quemar esa mina
de oro, entiende?”.
Cuando en Colombia y en Estados Unidos se comenzó a atacar el movimiento
financiero de los carteles, las cosas comenzaron a cambiar.
Lecturas:
Domingo Alberto Rangel, 2008: “Aquí manda el hampa”,