La ampliación y
profundización de la democracia pasa por un concepto de inclusión. Cuando las
luchas democráticas se concentraban en la necesidad del voto, se profundizó en
cuanto a la inclusión de quienes no tenían derecho al voto, entre ellos: a las
mujeres, a los extranjeros en determinados procesos locales, y finalmente a
los militares. Es decir la ampliación
del disfrute de los derechos civiles a diferentes grupos o miembros de la
sociedad.
A partir del logro del voto universal y secreto, la
profundización de la democracia ha
estado vinculada a la concepción que se tenga de la participación. Se ha
planteado un concepto más amplio de la democracia a partir de más participación
de los ciudadanos. Bajo ese concepto se viven más procesos de consulta al soberano. Por ejemplo se parte
de la idea misma de la representación, entendiendo la importancia de la
rendición de cuentas. El representante es un actor que adquiere un compromiso
con quienes lo eligen y por tanto su poder es delegado por quien es el
verdadero dueño del poder: los electores. De tal manera que se evalúa si cumple
o no con los compromisos adquiridos en su propuesta para ser elegido. A tal
punto que se puede tener establecido un mecanismo para revocarlo, tal y como se
tiene en nuestra Constitución.
Ahora bien, aun cuando son
muy importantes para el funcionamiento de las sociedades los mecanismos
representativos ya que facilitan la expresión de amplios colectivos y además
permiten la dedicación de los representantes a las actividades de la política o
a gobernar; además hay necesidad de fijar, diseñar y establecer fórmulas que
garanticen la transparencia y la apertura de los gobiernos hacia la gente en
general. Por ejemplo: no basta con el control de los partidos con sus
tribunales disciplinarios, ni tampoco los controles institucionales que
corresponde a organismos como las contralorías para que exista una
administración transparente y honesta. Es necesario incentivar mecanismos de
participación para que el elector no se conforme con la delegación de su poder
sino que se convierta en vigilante de la actuación de su representante.
Por otra parte, es
necesario diferenciar la utilización que se hace de la gente para los fines partidistas
o sectoriales a la participación. No es lo mismo participación que cooptación. El
populismo coopta a las personas para ponerlas en función de la dependencia del poder.
Los totalitarismos tienden a corporativizar las organizaciones negando su carácter
ciudadano, anulando sus poderes de incidencia y poniéndolas a obedecer a los
intereses del poder.
Una verdadera democracia
se construye con los ciudadanos y para que el ciudadano participe debe de estar
informado y tener acceso a las instancias de decisión para poder incidir en las
políticas públicas. El asunto es que para que ese ciudadano tenga fuerza se
procura organizar, no actúa individualmente sino colectivamente. Se construye
un tejido social en la interacción y el intercambio entre las organizaciones.
La democracia se hace
más efectiva en la medida en que se informa más ampliamente y se acerca a la
gente a los procesos de decisión.
“una democracia no depende de iluminados, la democracia no depende de
caudillos, la democracia acredita a las personas comunes y simples como
nosotros, que somos capaces de generar las orientaciones que la sociedad
necesita”. (Bernardo Toro, Colombia)
Hoy en día muchos
países avanzan en el desarrollo de democracias más participativas. Con mayores
niveles de deliberación y de consulta. Con el reconocimiento y el respeto a las
organizaciones de observadores, de veedores y de contraloría social. Eso es muy
importante porque la organización social ciudadana que no logra ser escuchada o
que es manipulada, lo que crea es frustración y retroceso en lugar de hacer
avanzar a la democracia.
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