martes, 13 de julio de 2021

DESPOLARIZAR EL PROBLEMA DELINCUENCIAL


No es fácil en un clima de opinión pública polarizada como el actual, opinar acerca de los temas de inseguridad y criminalidad que se vive en todo el país con indicadores que lo ubican entre los más violentos del mundo. 

Y digo que hay que despolarizarlo para comprender y establecer procesos que van a ser muy largos y dolorosos, y que, independientemente de que se produzca un cambio político, el problema va a continuar y posiblemente crecer si no se comprende la responsabilidad de la sociedad y no solo de los gobiernos en los orígenes y alimentación del deterioro social y económico nacional.
  
Si bien hay una alta responsabilidad en el Estado por no garantizar el derecho a la vida y a la libre circulación (y otros derechos) al haber facilitado el dominio de territorios por parte de delincuentes, no debe verse el asunto solo con el señalamiento político sino con base en lo que plantean los expertos en materia de violencia y criminalidad. Me refiero a que pareciera que desde la polarización, el lanzar las culpas a uno y otro no nos lleva a abordar el tema con la seriedad y urgencia necesaria.  

Escuchaba recientemente en una entrevista al abogado y criminólogo Fermín Mármol García, quien dijo en esa entrevista que la aplicación de una política como la que se llevó a efecto con los Maras en El Salvador, no resolvió el problema y trajo consecuencias negativas. Afirmando que él le había advertido y recomendado al gobierno no aplicar esa política en Venezuela. La política antipandillas llevada a cabo en Salvador implicaba lo que aquí se ha llamado “Zonas de Paz”. Es decir, se trataba de un método propuesto para reducir los crímenes pero que degenera en el dominio de territorios con leyes y justicia propios. 

Por otra parte, el fenómeno de las mega bandas no es una creación del chavismo ni de la “conspiración del imperio”. No es un producto nacional ni una condición de la situación política. Más bien es un proceso que se vive a partir del narcotráfico y la corrupción. 

Podemos pensar  en ello al ver algunas series o películas como la brasileña  “Ciudad de Dios”, la cual muestra como va creciendo la banda en la favela con el narcotráfico y otros negocios junto al tráfico y dotación de armamento. También podemos encontrar referentes en “Tropa de Elite”.

 Pero ustedes dirán que todo eso es ficción. Pues bien, vamos a la realidad que tantas veces se dice es más asombrosa que la ficción. 

En Brasil existe una banda llamada Primer Comando da Capital (PCC), que se inició a partir de la matanza que hubo en la cárcel de Carandirú (1992),  por cierto también hay una película sobre esa matanza.  Y en Venezuela, la banda del Tren de Aragua se originó como un sindicato por la construcción del ferrocarril. Igualmente el PCC se originó como una especie de defensores de los presos, llegando a convertirse en voceros de los mismos frente al Estado. La banda comenzó en una cárcel de Sao Paulo y se expandió a otras cárceles. El tren de Aragua tiene su núcleo principal en la cárcel de TOCORON. Desde allí se coordinan robos, secuestros y tráfico de drogas, habiéndose expandido por todo el país. El líder visible del PCC es MARCOLA, el líder visible (PRAN) del Tren es el "Niño Guerrero". Ambos en la cárcel. 

La banda brasileña PCC, ya tiene 27 años, es dirigida desde las cárceles y mantiene una estructura clandestina que mueve más de 30000 miembros. Dio su primer punto de demostración de fuerza en el año  2001 cuando tomó más de 10000 visitantes como rehenes en unas 30 cárceles de Sao Paulo y en el año 2006 decretaron un paro en la ciudad que duró varios días (cerradas escuelas, comercios y bancos)  y en cuyos enfrentamientos y atentados hubo 560 muertos en dos semanas. Se calcula que actualmente la banda mueve alrededor de 100 millones de dólares al año en narcotráfico. La banda se ha expandido en otros países, especialmente dominan en Paraguay el tráfico de drogas.  Recientemente hubo una espectacular fuga de 70 miembros del PCC de una cárcel de Paraguay.

Y para que comencemos a preocuparnos de otra manera sobre el tema (pensando en el Tren de Aragua y todas las bandas del sur de Venezuela). El PCC acaba de bautizar (aceptar) y colocar en importantes puestos de decisión a 740 venezolanos de comprobada criminalidad. 

Volviendo entonces a nuestro territorio.  Podemos verificar que ha habido cierto límite para las mega bandas de La 905, el 70, el Cementerio y La Vega. Hace unos 4 años esas bandas declararon una unificación e hicieron varias acciones conjuntas en coordinación con los presos de La Planta, pero, cuando quisieron entrar en La Vega y dominar el terreno entre la Vega y el Valle (hasta con cría de ganado), se inició una persecución (y aplicación de la operación conocida como OLP) procurando la captura de los 12 lideres, los cuales fueron, en su mayoría, cazados  o “neutralizados”, cuando se salieron de sus respectivos barrios para esconderse en otros lugares.  

Cuatro años después se inicia una confrontación entre bandas por el dominio del territorio de La Vega. Ese enfrentamiento junto a algunos ataques al comando de la Guardia Nacional generó el inicio de lo  que se ha vivido recientemente y que culmina este capítulo de la larga serie sobre la Cota 905, con la muerte de 3 funcionarios policiales y unos 8 civiles, además de 30 supuestos delincuentes “neutralizados” y algunos de los lideres perseguidos por todo el territorio nacional. 

Los expertos hablan de unas treinta megabandas existentes en el país, las cuales no paran de crecer, de dominar territorios y mover grandes sumas de dinero. Las condiciones existentes en las zonas más depauperadas y desatendidas del Estado, son el mejor terreno para cultivar a jóvenes y niños que pasan a ser gariteros, sicarios, luceros, etc. alimentando la criminalidad y haciendo más difícil la posibilidad alcanzar seguridad y bienestar para todos en el país. 


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