Años atrás un “camarada”
utilizaba una anécdota para explicar la derrota de la lucha armada. Recuerdo
que contaba algo más o menos así: -al principio subían los camaradas con el
fusil a la azotea del edificio y los vecinos los acompañaban y hasta hacían cola
para disparar, muchos apoyaban y aspiraban a que aquello trajera algún
resultado. Lo que sucedía era que se incrementaba la represión. Sin avances poco
a poco fue mermando la asistencia, ya los vecinos no subían a la azotea cuando
los camaradas lo hacían con el fusil, con el tiempo la gente término por correr
a los camaradas y así termino la experiencia.
En las teorías del foco (Regis
Debray) y del guerrillero urbano (Carlos Marighella), se hablaba de acciones
que impulsaran las luchas en la medida en que provocaban la represión. Un foco prendía
una "candelita" y está se extendería por toda “la pradera”. Es decir, al prender
cualquier candela se produciría una respuesta represiva indiscriminada que
haría que la gente se molestara y se involucrara de alguna manera en las
luchas. Un poco como lo que ahora se califica como el “costo de la represión”. Para
Marighuella, lo de la "candelita" era algo literal pues decía algo así como que siempre
debías cargar una caja de fosforo para utilizarla en cualquier momento.
En los años ochenta y noventa, la
UCV sufrió la acción de los “encapuchados de los jueves”. Cuya dinámica adquirió
unas características rutinarias: se tomaba un camión o autobús, se prendía o se
quemaban unos cauchos en la puerta de “Las Tres Gracias”. Eso provocaría la
llegada de la policía, había un enfrentamiento de piedras, disparos y
posiblemente avances de la policía hasta hacer llegar las lacrimógenas al recinto
y afectar a estudiantes y transeúntes. También secuestraban algún camión de
pollos o de otros alimentos que pasaba por ahí, lo llevaban a la “Tierra de
nadie” y lo saqueaban repartiendo su contenido entre quienes se acercaran para
recibir la “regalía revolucionaria”. Esos enfrentamientos afectaban los
estudios, en general la actividad de la universidad y retrasaba a los
estudiantes. La comunidad universitaria tomo una iniciativa: convoco a un referéndum
en el cual resultaron rechazados los encapuchados por una aplastante mayoría, y
allí comenzó su final. El resto de los que aun mantenían los jueves, dejaron
los “combates” con el triunfo de Chávez. Algunos se fueron a ocupar cargos en
el gobierno.
Las luchas callejeras que se están
librando actualmente tienden a terminar en peleas de una vanguardia (“héroes de
la Resistencia”); enfrentando a la
represión. Al principio reciben apoyo de los que están requiriendo rebelarse, acompañándolos,
dándoles agua, alimentos, etc.; para luego dejar la lucha exclusivamente en sus
manos. Los grupos son infiltrados y los servicios de inteligencia van realizando
una represión selectiva, hasta debilitarlos totalmente.
No hay en esta gesta o épica de héroes
sino unas batallas campales que producen muertos, fotografías, videos, etc. pruebas
de las características de un Estado represivo. Son demostraciones de la
violencia de Estado, de violación de derechos humanos, y sirven para el llamado
de atención de los organismos internacionales. En tanto y en cuanto no logran derrotar al
gobierno represor.
En la medida en que las luchas se
convierten en una lucha de vanguardias, en esa medida pierden posibilidades de
triunfo; en cambio, la acumulación de fuerza, las demostraciones de apoyo
mayoritario y de que el sistema represivo por el contrario es una minoría, se
le debilita y deslegitima. Por eso impiden las pruebas de grandes movilizaciones
de masas. Se evitan los videos o fotografías aéreas, se prohíben los drones,
etc. Y ahora no solo se evita que la
manifestación llegue al sitio hacia el cual dice la convocatoria, sino que se
procura disolverlas en los puntos de concentración antes de que se reúnan. Se actúa de tal manera que no haya ningún elemento
que permita medirse, por eso no hay elecciones en sindicatos, ni en consejos
comunales, ni en universidades. Se prohíbe cualquier tipo de elección, porque con ello se demostraría hasta para sus
propios seguidores, que ya no los quieren.
La calle ha servido para remover
el cuadro político nacional e internacional, pero el riesgo de que todo siga
igual está vinculado a que los políticos no retomen el control y amarren a los
violentos, disminuyan su perfil y se entienda la importancia de evitar que la
violencia sea el atractivo mediático de las movilizaciones. Es necesario
deslastrarse de la violencia para recuperar la capacidad de burlarse del
gobierno, de ridiculizarlo, de hacerlo temer a esa mayoría que le exige se
vaya, ese es el objetivo de la no violencia, de la desobediencia civil, de las demostraciones de la gigantesca masa de
gente pacifista que quiere alcanzar la Paz.
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