La
luz de Reverón. La luz que tanto ha inspirado a nuestros artistas y
enamorado a inmigrantes. La que ilumina las faldas del Ávila en las
pinturas de Cabré. La luz de Los Andes y del Llano. Las luces del
fenómeno del Relámpago del Catatumbo. Luz que desde el Oriente y
del sur, nos llega como esperanza de ser mejores.
Quizás escribiendo esa nueva narrativa podamos cambiar los valores que desde
muy pequeños nos metieron en la cabeza acerca de la riqueza: “Somos
un País rico”. Sobre todo si al describir los colores de la
bandera, en la definición del amarillo, decimos la palabra “oro”.
Oro que despertó la ambición de los conquistadores buscando El
Dorado. Oro que están sacando nacionales y extranjeros. Oro que ha
contribuido a la corrupción de las Fuerza Armadas. Oro por el cual
están dañando las bellezas naturales y las reservas de agua. Oro
por el cual están asesinando comunidades indígenas. Oro por el cual
nos invaden grupos armados.
Tal
vez hasta el propio Miranda describió nuestro país como de muchas
riquezas para lograr reunir un ejercito de mercenarios extranjeros
ofreciéndoles el oro que colocó en la original bandera.
Propongo
que describamos en un nueva narrativa el amarillo como: el color que
representa “la luz que brilla en los ojos del venezolano
constructor de futuro”.
Iván Zambrano Bencomo
Me parece excelente la propuesta, debemos crear una nueva narrativa en muchas áreas, y no hay mejor manera que comenzar por nuestros símbolos patrios...
ResponderEliminargracias por el comentario. Ojala pudiese llegar a mucha gente
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